La tormenta financiera se abatió con fuerza sobre Islandia, que pasó de ser una nación rica con un éxito económico casi insolente a un país al borde de la quiebra. Y es que, frente a la debacle económica mundial, Islandia nacionalizó Kaupthing, el mayor banco del país, para salvaguardar el sistema bancario local, y con esto tomó el control de los tres bancos más importantes del país, después de la nacionalización de Landsbanki y Glitnir. En ese contexto pidió auxilio a Rusia, con la que negociará un préstamo de 4.000 millones de euros.Y es que frente a un sector financiero hipertrofiado (de ocho a diez veces su PIB), aislado ahora de los capitales extranjeros, el gobierno eligió el método fuerte.
Primero se dotó de un arsenal legislativo sin precedentes en Europa otorgando al Estado la posibilidad de dirigir al conjunto del sector bancario y luego anunció la toma de control de los tres principales bancos, además de suspender todas las operaciones en su mercado accionario.
"Es una semana excepcional que espero que no volvamos a vivir", declaró el primer ministro islandés, el conservador Geir Haarde, que afirmó que el país no está en bancarrota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario